Permanecer al borde de la elegancia,
de la muda cara de la hipocresía,
con el asombro resguardado detrás de esos ojos de niño…
Bruma absolutamente hipnótica,
pensamientos concretos, cuartos cerrados, tapizados…
enredos existenciales de la virtualidad.
Saludos y sonrisas muertas,
pálidos rostros de tersa oscuridad.