Luego de cierto plazo,
todo se reduce a un largo e interminable silencio.
Dentro de un mutismo plagado de ecos,
los lamentos se someten a la razón de su dolor,
no se esconden más en bebida tras bebida
ni disimulan su mal con sonrisas maquilladas.
Varios días después,
las verdades recrudecen
y el intento de escaparles
es suicidio a largo plazo.
Sabes ahora,
que esos sueños compartidos entre almas,
los que evocas por las noches como indelebles memorias,
meses atrás murieron,
víctimas del gélido gesto de un ser silente
que levantó heladas e inquebrantables murallas.
Las dudas convertidas en certezas,
te miran frente a frente
pa’ gritar sin indulgencia
que los días del pasado son cenizas hace tiempo;
que el espacio que respiras
ya no habita su perfume,
ni tus tarsos bailan suave
al compás de su mirada.
Sabes ahora,
que esos sueños compartidos entre almas,
los que evocas por las noches como indelebles memorias,
meses atrás murieron,
víctimas del gélido gesto de un ser silente
que levantó heladas e inquebrantables murallas.
Los párpados sellados
que mantuvieron a los ojos sumergidos en aguda oscuridad,
se abrieron para sentir
las heridas que mantuviste bajo llave,
pa’ quemar con la mirada los recuerdos y la nostalgia
y dejar resplandecer la promesa de un jamás,
como la más sincera y absoluta
que entre ambos existió.