Se disuelven los sueños a los que les puse tu nombre y el mío.
Se han desvanecido con los meses, las suaves y ligeras caricias, el ardor de la vida de dos cuerpos en una cama, pieles desabotonadas, expuestas al puro hedonismo del tacto… carreras corpóreas, lentas y apresuradas, de arriba a abajo, de dedos a mejillas, de pavoneo caderal a tersura del vientre.
Los decires prohibidos de amor y locura, del idilio añorado; las desbocadas fantasías que hirvieron en nosotros hasta colmarnos de gozó…
Esa pasión desbordada hacia los costados del colchón, a la habitación contigua, a las calles, en el auto, los pisos, se la ha tragado la inconsciencia humana del día a día.
Las palabras se han ido por el desagüe, han caído a un canal donde van nadando los buenos recuerdos en busca de sus dueños…