A rastras toco tu rostro, que no expresa, que no habla.
Tiento en esta profusa oscuridad y encuentro tus manos heladas, que no acarician y no tocan.
Busco tus ojos, una mirada, el amor en ellos, a cambio descubro vacío, ausencia.
Acerco los oídos a tu pecho pero no hay latido, te has marchado con todo y el corazón para sentirme.
Permanezco ilusa, incrédula, con firmes pisadas hacia la hueca incertidumbre del mañana…
El mar espera incansable el momento de mi llegada… rugen sus olas, gritan la falta y restriegan su sal en el llanto.
La lengua no alcanza, no llega a ningún lado. Voz muda, silencio que grita con amargo desespero.
…arrumbada en este cuarto, olvidada por el tiempo, por ti, por él, por todos…