Mis oidos han escuchado tantos nombres como hombres. Mis labios los han pronunciado y también besado. Nombres largos, cortos; fuertes o sencillos; interesantes y lucientes o comunes y repetidos. Pero ninguno como el tuyo: Martín. Un nombre diferente, como el hombre que lo lleva puesto. Una voz firme y segura que expresa lo que siente sin temor. Una persona que cree en lo que cree y lo defiende sin cerrarse a la posibilidad del error. Unos ojos claros tan sinceros como la expresión entera de su cuerpo. El amante de lo natural. Un niño cuando de naturaleza se trata, admirante de los seres vivos, del universo y los enigmas del mismo…
Labios rosas, piel blanca, cabello rojo. Misterio del amor, motivo de pasión…
Locura cuando lo miro. Temblor intenso, incontrolable en todos lados. Lluvia de hormonas que envuelven mi cuerpo entero. Secreción de místicas substancias que tornan mi mirada en colores que brillan y casi no opacan…
Todo junto es una gran pintura. Una que es de momento borrosa y de a poco luminosa… Cuando estoy contigo hay luz en todo mi cuerpo y es tanta que no sé que hacer con ella, porque quisiera gritarte tantas ¡cosas simples! Decirte que no lo creo, que es una locura conocerte, que eres tanto y que me he quedado pequeña en las palabras tratando de decirte cosas reveladoras de mis adentros…